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Carlos Alcaraz sonríe en todos los escenarios

El jugador murciano derrota a Alex de Miñaur (6-4, 3-6 y 6-2) en la final del ATP 500 de Róterdam, y gana su primer título en indoor. Es el número 17 de toda su carrera. Escucha la entrevista en exclusiva con ORM.

GREGORIO LEÓN
09 FEB 2025 - 16:36
Alcaraz
Carlos Alcaraz, celebrando su triunfo Foto: ATP Tour
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Carlos Alcaraz sonríe en todos los escenarios
05:22

GREGORIO LEÓN

Carlos Alcaraz viaja a donde otras leyendas no han sido capaces de hacerlo. El murciano domina todos los escenarios. Reina en la hierba sagrada de Wimbledon, en el venerable polvo de arcilla de la Philippe Chatrier. En la superficie dura que vio jugar a Arthur Ashe. Y también en espacios cerrados. El torneo de Rótedrdam, con todas sus singularidades, ha dejado con una mueca de disgusto dibujada en el rostro a una figura total como Rafa Nadal. A Juan Carlos Ferrero le pasó lo mismo. La victoria se fue con otro. Pero no le ha pasado al murciano, que también reina en escenario a cubierto. Y lo hace después de un partido de exigencias, una ecuación de muchas incógnitas. El camino donde la celada aguardaba, agazapada. Alex de Miñaur contestó al juego del jugador de El Palmar, empujándolo a un tercer set e imponiéndole la obligación de desplegar su mejor juego. Apareció y Alcaraz también reina en Róterdam. El tenista criado en El Palmar vuelve a mostrar una fiabilidad absoluta en las finales. Era su primera en indoor (tras acariciarla en Viena, Basilea y ATP Finals) y no falló. La sonrisa vuelve a su cara de niño travieso.    

No se guardó nada Carlitos en el primer set. Ya en el segundo juego tenía un break en su mano, y ponía proa hacia la dirección deseada. Muy sólido con su saque, que ha ido creciendo partido a partido en este 2025, duro al resto, le complicó la vida a Alex de Miñaur, que no encontraba respuestas. O tardó en dar con ellas. Porque una secuencia de ocho puntos consecutivos le puso en disposición de girar la trama de partido. Un juego en blanco le condujo a la ruptura y a empatar la manga. 4-4. Alcaraz volanteó y regresó al carril y retomó el mando.  

De Miñaur estaba muy lejos de sacar bandera blanca. Sus fogonazos en el primer set presumían un segundo de crecida. Y llegó. Se puso 0-3 por delante, bordeando un doble break, y Carlitos hubo de esmerarse para sacar un 0--4. Los papeles habían cambiado. Ahora era el murciano el que se defendía del hostigamiento del enemigo, con porcentajes excelentes al servicio y restos que no dejaban espacio a la réplica. El segundo capítulo era suyo. 

Filoso, con las pilas cargadas de vitalidad, el australiano se ponía peligroso. Pero Alcaraz hizo una lectura adecuada. Y con paciencia de artesano, punto a punto, fue inclinando al partido a su favor. El revés le daba réditos extraordinarios. La derecha soltaba trallazos hacia ángulos imposibles. Se atrevía con alguna dejada. Y se ponía duro al resto para ponerse con un 4-2 en el momento justo. A partir de ahí, sin desviaciones ni bajadas de tensión, impuso su ley. La ley de un chico que no para de romper techos de cristal. En Róterdam ha hecho trizas otro.  

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