El equipo grana perdió por 0-2 ante el Sevilla Atlético. El partido estuvo interrumpido casi veinte minutos por lanzamientos de objetos al campo.
GREGORIO LEÓN
El Murcia es un animal de costumbres. Un tiburón de dientes afilados como cuchillos cuando viaja; un peluche de algodón en casa. En su partido número 100 en Primera RFEF no iba a traicionarse. Otro fiasco. El día en el que podía atrapar el liderato por el empate del Antequera, se queda varado en la segunda plaza, y con el Ibiza y el Ceuta ya de vecinos, pared con pared. El Sevilla Atlético también hizo caja en Nueva Condomina. Su gol al borde del descanso no encontró respuesta. Y el partido luego se ensució, derivando hacia una crónica de sucesos. El lanzamiento de aficionados al campo llevó a la suspensión durante casi veinte minutos.
Fran Fernández tenía un conocimiento cabal de cómo se las gasta este Sevilla Atlético, en plena crecida. Echándole el pestillo a su portería, atrevido en ataque, era un enemigo temible. Y lo acreditó. Antes de ponerse 0-1, había llamado antes a la puerta, con los disparos de Pascual y Mateo Mejía. No funcionaban los grana. Sin materia gris en el centro del campo, con Antxon Jaso fuera de su hábitat y Palmberg con las luces apagadas, la pelota se iba con el otro. Y el otro apenas sufrió. Solo vivió un sobresalto con un remate de Pedro León, que ni siquiera cogió portería.
Era tal el desgobierno que el Murcia hizo un doble cambio al descanso. Isí Gómez, que no jugaba desde mayo, fue llamado para darle más sentido al juego grana, supliendo a Antxon Jaso. Y Loren Burón, averiado toda la tarde, cedió su sitio a Davo. El equipo no mejoraba. Y aparecieron en escena Pedro Benito y Raúl Alcaina.
Juan Carlos Real tuvo un mano a mano con Alberto Flores. Pero se le hizo de noche. Muy lento, malgastó la mejor opción hasta ese momento del Murcia. Los cambios revitalizaron al equipo de Fran Fernández. Y un centro de David Vicente hizo que Davo, imponente, se elevara. Su testarazo fue tocado por el portero y se fue a la madera. Merecía el premio del gol. Pero lo encontró el Sevilla Atlético. Mateo Mejía aprovechó un fallo de Gazzaniga, que llegó tarde al corte. 0-2. Y con el público muy irritado (ya había lanzado algunos objetos en el minuto 72), nuevos lanzamientos de un sector de la afición provocó que el árbitro parara el partido, en aplicación del protocolo de seguridad.
Después de la interrupción, los futbolistas regresaron al campo, donde había desaparecido la mitad del aforo inicial, 14.235 espectadores. Pero nada pasó. El colegiado, a pesar de la acumulación de parones y demoras, solo aplicó siete minutos de tiempo extra. Todos estuvieron mal, desquiciados por un Sevilla Atlético canchero. El Murcia vuelve a pegarse un tiro en el pie.
